Atapuerca / Viaje a las Merindades I (Marzo 2013)
Trabajito nos costó desincrustar las teorías sobre la Creación, que tan a fuego nos grabaron curas y monjas en aquellas permeables cabecitas infantiles: “Dios creó el mundo en seis días y al hombre lo modeló de barro de la tierra, a imagen y semejanza suya”. Aceptamos las categóricas conclusiones darwinianas, arrinconando a Adán y Eva y la tentadora manzana y el Jardín del Edén dejó de ponernos los dientes largos. Estaba claro, el hombre procedía del mono, pero tras una evolución biológica, una especie de “sálvese quien pueda”, había alcanzado la cúspide de dicha evolución. Esta revolución científica no había hecho nada más que empezar; aunque nos compensaba que de una manera u otra seguíamos siendo el ombligo del universo. Hace dos días, como aquel que dice, la ciencia –inquieta, como es su obligación- nos vuelve a desmontar el chiringuito, poniendo a prueba nuestra capacidad de asombro. Mire usted, querido Homo Sapiens del siglo XXI, que no, … que se olvide de sus chovi