Agosto 2011 Leí en una ocasión una frase, no recuerdo de quién, que aseguraba que lo mejor de cada viaje era el reencuentro con tu vieja y familiar almohada. Pues bien, ya estoy de vuelta de mi gran viaje a Sudáfrica y me he reencontrado con mi almohada de siempre. Cuatro saltos intercontinentales, nueve vuelos y, de vuelta, drásticos cambios: atrás quedan los desayunos de huevos fritos, bacon, fruta, zumo, bollos y en los que invertir menos de una hora es casi una ofensa y han sido sustituidos por café y tostada con tomate, en diez minutos, porque no hay tiempo para más; ya no saludamos en la calle con un gesto de la mano al ocupante del coche con el que nos cruzamos; los niños ya no me dicen adios según voy pasando, ya no me preguntan cómo estoy cuando entro en un comercio o me cruzo con un vecino; creo que he vuelto a la civilización, o así lo catalogan ¿¿??