Mojácar la vieja

 1 diciembre 2019

Esta excursión constaba de dos partes diferenciadas; una primera en Sorbas, descubriendo los restos del antiguo castillo y el complejo hidráulico de Los Caños, durante la mañana y por la tarde, visita a Mojácar la Vieja, de la mano, nada menos que de José María Martín Civantes, Director de las excavaciones; un lujo que no se podía desaprovechar. (La entrada correspondiente a la visita a Sorbas: https://ninesr.blogspot.com/2019/12/ruta-arqueologica-castillo-de-sorbas-y.html).

La ruta estaba organizada por la Asociación de Amigos de Sorbas y el MEMOLab, Laboratorio de Arqueología Biocultural de la Universidad de Granada. Perteneciente a esta última institución, José María Martín Civantes, a esta alturas, ya "viejo conocido" nuestro, pues nos dio una charla  muy amena en Sorbas, durante la mañana, sobre el medio ambiente y el uso sostenible de los recursos naturales, sería quien nos desentrañaría los secretos hasta ahora despejados de nuestra mágica montaña.

Habíamos quedado detrás del cementerio donde dejamos los coches y tras un corto paseo, alcanzamos la falda de la famosa montaña truncada. ¡Ya estamos en Mojácar la vieja! ¡Estamos pisando restos arqueológicos! nos anuncia José María, poniéndonos la "carne de gallina". Nos resume la excursión:  vamos a ver el lugar donde antiguamente se encontraba el pueblo de Mojácar, entre los siglos XII y XIII, a intentar averiguar qué podía haber existido antes aquí y por qué sus habitantes se van de ella y fundan el nuevo sitio en Mojácar la Nueva, en su emplazamiento actual.


El proyecto de rebuscar entre las entrañas de esta montaña encantada, surge hace dos años entre el Ayuntamiento de Mojácar y la Fundación Valparaíso (asociación fundada por Paul y Beatrice Beckett, mecenas de arte, cuya sede se encuentra ubicada en Las Pilas, no lejos de donde nos encontramos y que albergaba una antigua almazara, queellos se ocuparon de restaurar con mucho mimo y posteriormente se descubrió que estaba enclavada sobre un poblado neolítico, con viviendas, alfarería, fundición de bronce,... aunque esto será "harina de otro costal"). 

La idea, en principio, era construir un sendero que llevara a la parte alta y allí un mirador entorno al enorme aljibe de 18 metros de largo, que era la única estructura reconocida por los mojaqueros, aunque en el fondo se presentía que allí tenía que haber algo más. El cerro, con forma de pirámide tenía y tiene un carácter simbólico y forma parte de la identidad del paisaje. Para un ojo poco avezado, la montaña no ofrecía nada; pero en la visita de los expertos arqueólogos, rápidamente se descubrió que aquello estaba colmado de restos de muros de viviendas, de pavimentos, cerámicas por doquier y se vislumbraba ya el potencial que tenía como yacimiento arqueológico; fue ahí cuando se hizo la propuesta al Ayuntamiento de acometer excavaciones.José María especifica el enfoque que desde un inicio quisieron darle a las excavaciones y que se conoce como "arqueología comunitaria" y que trata básicamente de que los trabajos se lleven a cabo con participación directa y activa de la gente de Mojácar; de forma que sea accesible ya sea visitando las excavaciones o, mejor aún, participando en ellas, dándole un carácter "abierto". Excavaciones que han de estar forzosamente relacionadas con el patrimonio de un pueblo, con la parte inmaterial como recuperación de oficios o el papel de la mujer, los usos del agua; costumbres del ámbito doméstico, etc. Sin comprender estos fines difícilmente se puede entender el yacimiento, puntualiza José María.

Este verano se concluyó la segunda fase de las dos campañas de excavación que llevan desarrolladas: julio de 2018 y del 2019 y están orgullosos de lo mucho que se ha excavado. De hecho, ya se ve el yacimiento y se pueden entender los restos hallados.  Es tal el afán que tienen por involucrar al visitante en el proyecto, que sus excavaciones tenían como prioridad zonas que pudieran ser visitables y la "gente comenzara a apropiarse de ello". Para José María, es la única forma de protegerlo y conservarlo; siendo los propios vecinos los que lo cuiden y lo vigilen.

José María nos invita a todos a preguntar todas las dudas que nos puedan surgir durante la visita y la primera duda salta rápidamente: ¿Los terrenos de la montaña son propiedad del Ayuntamiento? A lo que me aclara que no, se trata de terrenos particulares y teóricamente  no se puede invertir dinero público en la restauración sino hay por medio una venta o cesión por parte de los propietarios. Cuando llegue la hora de la puesta en valor del lugar, tendría que haber un cambio de titularidad al Ayuntamiento por lo menos de cincuenta años. Para complicar algo más el tema, las propiedades son varias franjas desde la cima a la base. Muy probablemente este cerro, hasta el siglo XIX era espacio comunal y en el XIX se reparte, se aterraza, se planta de chumberas y corresponde a varios propietarios un trocito del cerro, que representaba un complemento económico y esa es la estructura que se mantiene hasta la fecha; lo que supondrá un gran escollo para la gestión, conservación, restauración y puesta en valor del lugar.

Las excavaciones se han programado desde el principio en función de lo que posteriormente se iba a poder visitar, cómo se podía visitar y el contenido del discurso que se iba a poder ir comunicando a los visitantes. Se llevan trabajados dos meses (julio 2018 y julio 2019) con estudiantes de arqueología, historia, restauración,... representaba una buena oportunidad para los universitarios que quieren hacer sus prácticas. Para el ejercicio 2019 el Ayuntamiento había aumentado su presupuesto y recibieron 263 solicitudes para participar en la excavación; se crearon dos turnos de cincuenta personas de veintitrés países distintos, lo que da idea del impacto que tiene este tipo de proyectos, que van más allá del carácter arqueológico o científico, porque aúna también el ámbito social y cultural.
Hemos ascendido algo y José María nos precisa que estamos en un espacio periférico del núcleo habitado de Mojácar la Vieja. Ya se ven numerosos restos de cerámica por el suelo; lo que para nuestros ojos son simples piedras, son materiales de construcción, mampostería o bloques de tapial que se fueron derrumbando. Se sabe que estamos muy cerca del maqbara islámico -cementerio-, pues en los años 90 se llevó a cabo una excavación de urgencia al aparecer tres tumbas, lo que refuerza la idea de que esto era la zona suburbial.

Se calcula que Mojácar la Vieja se funda en el siglo XII, por lo que parece que tuvo un periodo de vida muy corto pero intenso; desde sus inicios surge como una villa, un asentamiento concentrado, cabecera de distrito que sería su término municipal, probablemente junto con Turre y otras alquerías de Sierra Cabrera.

Hoy en día se sigue conservando la división territorial, a nivel administrativo, heredada de la época medieval, surgida desde el siglo XII: una villa de la que depende todo un territorio, surgidas de los procesos de concentración de antiguos barrios tribales, pequeñas fortificaciones, torres de alquería, ... que comienzan a crecer y concentrar la población, entorno a la mezquita mayor, por ejemplo.

En el caso de Mojácar la Vieja, se desconoce de dónde procede su población del siglo XII; si fue por abandono de asentamientos rurales en el entorno o si hay una fundación por parte del estado de este nuevo núcleo; esto se piensa porque en la parte superior del cerro están los restos de lo que fuera el castillo de Mojácar la Vieja y es muy posible que la construcción de este castillo partiera de una decisión estatal, de acuerdo con las comunidades rurales que vivían aquí, con un objetivo claramente defensivo. Las excavaciones hasta ahora no han arrojado la presencia de muralla en la villa; pero sí de un gran castillo, del que sólo podremos ver parcialmente, y del que ya han podido documentar entre quince o dieciséis torres en la parte intermedia del cerro y otro recinto más pequeño con dos torres más grandes que las anteriores y habitables en la parte superior; todo ello nos da idea de las dimensiones de la fortaleza. El verdadero asentamiento de la población, con la mayoría de sus casas, estructuras de almacenaje, talleres, la mezquita mayor, un pequeño hamman, se desarrollan en la falda y el pié del monte, en la cara que mira hacia Mojácar la Nueva.

Esta carencia de muralla (que hasta el momento de las excavaciones no ha aflorado en absoluto) resulta curiosa, porque cuando se construye Mojácar la Nueva sí que se edifica una pequeña alcazaba y un recinto amurallado que protege el asentamiento en sus arrabales, que era donde la gente vivía. Se desconocen exactamente los motivos que llevaron al abandono de Mojácar la vieja por parte de su población; parte parece tener relación con la dinámica política del siglo XIII y otra, con la propia estabilidad del cerro.


Tras las excavaciones se han podido documentar varias fases de reformas a lo largo de los siglos XII y , sobre todo en los lugares donde afloran las margas, con serios problemas de deslizamiento, para evitar la caída de las casas y contener el terreno reforzando la ladera. Aunque parece claro que no acaban de conseguirlo y pudiera ser el principal motivo del abandono y búsqueda de un lugar más sólido desde el punto de vista geológico para fundar la nueva localidad.

Además de este motivo meramente práctico, hay que tener en cuenta que en el siglo XIII se establece la frontera entre el reino de Granada con Castilla, un poco más hacia el norte de Vera, y Mojácar está en primera línea de frontera marítima, lo que lleva a deducir que la poca visibilidad de la costa desde el antiguo emplazamiento era un riesgo imperioso para buscar una nueva ubicación con más visibilidad costera como lo es Mojácar la Nueva; por no hablar de la facilidad de aprovisionamiento de agua desde Sierra Cabrera que el nuevo enclave ofrecía.

Se unían así los motivos más primarios e imperiosos con los políticos y defensivos, para que la población decidiera trasladarse, a mediados del siglo XIII, al nuevo enclave en el cerro colindante. Dicho traslado no se relaciona con ningún episodio catastrófico, ni ningún ataque; el abandono es programado y gradual; la población se va mudando poco a poco. De hecho, se llevan parte del material y en algunas habitaciones se han encontrado ladrillos acumulados, preparados para llevarlos. Una vez que el traslado se culmina, arrasan intencionadamente de nuevo la fortificación, muy probablemente para evitar que alguien pudiera refugiarse allí; ya fueran castellanos o los propios musulmanes, con los que mantenían múltiples conflictos internos.

Pregunto a José María quién es ese "estado" propietario del castillo de Mojácar la Vieja junto con sus comuneros. Y me responde que Almorávides, seguramente desde finales del siglo XI, hasta mediados del XII en que llegan los Almohades y éstos, hasta 1238, año en que se forma el Reino Nazarí de Granada. Incluso una etapa intermedia alrededor de 1228 con Ibn Hud a la cabeza, rey andalusí que conquistó Murcia y su poder pudiera haber llegado hasta aquí, aunque fue durante una corto y convulsivo período de tiempo, se desconoce si con exactitud llegaron hasta esta zona.

Sí es muy posible también que la necesidad de crear una fortificación amurallada en otra localidad fuera un motivo más a añadir a los de índole práctica que ya existían, dada la presión que los reinos feudales ejercían: Alfonso VI de Castilla en 1086 y el rey aragonés Jaime I, que llega a asediar Guadix durante un mes y cuentan las crónicas que termina de llevarse la población mozárabe que quedaba, pero no se sabe con certeza los árabes que quedaron a partir del siglo XII.

Alguien pregunta si se dispone de documentación histórica de la época. Nos cuenta José María que existe muy poca documentación y ello tiene que ver con la forma en que el mundo árabe conserva sus archivos. Se trata de una sociedad que escribe mucho, pero no existen instituciones que preserven dichos registros como se llevaba a cabo en aquella época por la propia Iglesia o las casas nobiliarias en la zona cristiana. El concepto de lo público es totalmente distinto y los archivos judiciales son familiares; cuando una familia de jueces se extingue se pierden los archivos; en las mezquitas se  conservan algunos archivos, pero no están ligadas a una institución eclesiástica. Es muy poco lo que se puede relacionan con la Mojácar árabe. Por ejemplo, una mención del geógrafo árabe Al Idrisi, en su obra escrita en 1154 por orden de los reyes normandos y describe itinerarios por todo el mediterráneo; menciona Mojácar, su castillo y sus empinadas calles, por la que no era posible subir a caballo. Existen referencias posteriores, pero ya nos hablan de Mojácar la Nueva.

José María concreta que los excavadores se guían más por otras fuentes que por las documentales; por ejemplo, la toponimia: los nombres de los lugares hablan mucho de ellos; la composición del suelo: que lo hace de sus formas de producción; la información oral que ofrecen los regantes es muy útil para una investigación; los hallazgos de cerámica, etc., etc.
Mojácar la Vieja
Continuamos el ascenso y por doquier se ven restos de construcciones; José María nos va traduciendo lo que nos sale al encuentro: el frente de dos grandes torreones y entre uno y otro, la rampa empedrada de subida  al castillo, haciendo zigzag y que con un giro se introducía en la torre, en la que había una puerta; el camino forzaba a hacer un quiebro antes de alcanzar el castillo. Ya en el interior de la muralla, una fila de casas muy pequeñas, casi de muñecas; al parecer, cuando entregaban casas a los castellanos viejos que ocupaban el espacio dejado por los musulmanes, en el repartimiento daban tres casas de musulmanes para cada vivienda cristiana.

La muralla nos muestra una parte importante de la historia del asentamiento, como si de un libro abierto se tratara. Están delimitadas tres fases distintas. Una primera fase con un primer castillo del que se ha ido encontrando un muro muy grueso con al menos metro y medio de mampostería; una segunda y una tercera fases cuyos tecnicismos de albañilería me siento incapaz de reproducir; demuestran el enorme esfuerzo por fortificar la muralla y contener parte de su estructura.
Visita Mojácar la Vieja
Durante las excavaciones se ha aprovechado, en partes donde el pavimento estaba roto, para llegar a nivel de roca, encontrando hasta dos metros y medio de relleno de escombros y restos de otro pavimentos de habitaciones más antiguas. Los hallazgos han sido numerosos: cacharros de cocina, una jarra en perfecto estado, todo ello in situ, lo que nos confirma un abandono repentino. La diferencia entre el primer y el segundo abandono es que en el primer caso se les vino abajo parte de la estructura y tuvieron que dejar los enseres allí; en el segundo abandono y definitivo, los ambientes ya se encuentran mucho más limpios de enseres, lo que nos habla de que la gente ha ido llevándose sus pertenencias.

Las consecuencias del primer abandono es la refortificación: "se nos está cayendo esto y hay que reconstruirlo". Construyen la muralla de tapial cariscostrado y un refuerzo enorme con grandes torres y una puerta. Ya en el siglo XIII, una tercera reforma, hecha de manera acelerada, intenta que la muralla no se termine de caer, forrándola con un murete de mampostería y yeso. Se nota que se trataba de una restauración temporal, seguramente con la decisión de marcharse ya tomada.

Seguimos ascendiendo por un camino más bien estrecho, habilitado ex profeso para permitir la subida.

Alguien del público pregunta si se tiene alguna idea aproximada de cuántos habitantes podía haber tenido la montaña en época de máximo esplendor y José María responde que es un tema difícil de cuantificar. La edificaciones no son todas viviendas; hay espacios de artesanos, una mezquita mayor, oratorios,... aunque quizás pensar en 300 vecinos, multiplicado por sus familias, ya nos da idea de una villa considerable. Este tipo de villas, con pequeñas alquerías, asentamientos rurales y espacios urbanos pero que ya cumplen funciones de carácter administrativo; no olvidemos que el castillo es una representación del estado. Se trata de centros de recaudación de impuestos, con funciones de mercado, sede judicial -aunque este último no es el caso de Mojácar, pues el Qadí (gobernante juez de los territorios musulmanes) de la zona se encontraba en Vera.

José María nos comenta lo compleja que es la investigación de una excavación: se van recuperando cerámicas y metales, de los que se mandan a efectuar una minuciosa restauración; huesos de animales, que nos dicen mucho sobre sus dietas; una labor muy minuciosa que consiste en cribar la tierra en busca de sedimentos o restos botánicos, que nos hablan de cómo era el paleoambiente, las especies domésticas y las silvestres y que nos da idea de la agricultura y ganadería.

Hemos alcanzado una altura considerable del cerro y José María nos va traduciendo los espacios acotados que salen a nuestro encuentro: lo primero que nos encontramos y muy curioso, es una letrina; a continuación una casa completa, muy pequeñita, pero con todos sus elementos: la entrada en recodo, la letrina, una pequeña alcoba para dormir con un murete empotrado que soportaría el camastro, un diminuto patio, un saloncito y un minúsculo hueco donde se ha encontrado un molino de mano. Allí se encontraron una buena acumulación de ladrillos desmontados, un huso, una rueca, pesas de telar, ajuar de cocina; todo ello nos habla de un ambiente doméstico, donde se desarrollaban actividades femeninas.
Un hallazgo singular en esta vivienda fue una serie de diseños geométricos, que ya han empezado a llamar "rosa de la vida" e incluso alguna tienda de souvenirs ha comenzado a comercializar su símbolo en piedra labrada, como recuerdo de Mojácar.

Continuamos y claramente se ve, en la rampa de acceso una tapadera de un silo de 3 m. de profundidad, que nos habla claramente tanto de la necesidad de refugiarse en él, como para guardar alimentos y difícilmente podía ser descubierto, al pasar por encima.

Llegamos a las construcciones últimas, en que va faltando el espacio y la gente va metiéndose dentro de la muralla. Ya no hay espacio, pero además, en este lateral se ve con claridad cómo el cerro se iba desplazando y se notan los intentos de sujetarlo con contrafuertes, aunque no conseguían detener el derrumbe. En esta zona se encontró parte de tuberías de barro, atanores, machihembradas; no era para hacer un sifón, porque estaban colocadas en vertical: desde los terrados se recogía el agua a través de los atanores, para poder almacenarla en tinajas -grandes contenedores-, de las que se han encontrado muchos restos y, por añadidura, purificaban el agua, pues al estar hechas de barro poroso, se colocaban en reposatinajas con una vertedera que conseguían obtener un agua pura. Este sistema de abastecimiento de agua a nivel doméstico fue muy común en toda la zona levantina y sudeste de la península.
Llegamos a una zona que se acaba de empezar a excavar. Todo está colmatado por los mismos escombros de las viviendas, lo que nos va sugiriendo una destrucción muy potente, intencionada en parte. La ventaja del mortero de yeso es que vuelve a precipitar y permite que se conserven muy bien las estructuras que hay debajo. A pesar de la pendiente, las condiciones de conservación son realmente excepcionales.

Continuamos subiendo y alcanzamos una zona en la que no se ha encontrado nada (solamente una jarrita verde muy bonita), ya no se trata de viviendas, no es un espacio doméstico; quizás se trate de un espacio para la guardia o almacenamiento.

Y llegamos, finalmente, a la cúspide del cerro, y José María nos explica cómo se organizaba el espacio en la parte superior. Existía una plataforma estrecha y alargada con un aljibe en medio de gran capacidad, 18 m. de largo y 4,5 m. de profundidad; con una torre habitable en un extremo y otra en el otro, que eran las principales defensas del recinto. Dos crujías o naves con habitaciones estrechas y alargadas construidas contra el muro exterior que funcionaba como muralla y un terrado que vertía hacia el interior recogiendo el agua de lluvia que llenaba los dos aljibes; en caso de que por sequía no fuera posible mantenerlos llenos, la población tenía la obligación de llevar agua en cántaras u odres, procedentes de manantiales para que nunca faltara.

No hay que olvidar que el castillo les pertenecía, tanto a ellos como al representante del estado musulmán de turno; por lo que tenían obligaciones de mantenerlo en condiciones; es un castillo público. Las sociedades andalusíes no son feudales; es decir, no tienen obligación de vasallaje a los grandes señores; el campesinado tiene un papel mucho más autónomo, administra y gestiona su propio territorio, porque es la comunidad la que paga sus impuestos de manera colectiva.
Mojácar la Vieja
"Las excavaciones nos han permitido documentar que en la zona vivía una guardia de manera permanente, tanto durante el siglo XII como el XIII" nos dice José María y nos muestra la zona alrededor que ya no pertenece a viviendas como hasta ahora, sino que son acuartelamientos; es decir, estructuras de carácter colectivo. En una de las habitaciones se encontró una especie de depósito de munición, como piedras de catapulta y se hallaron restos de anafes -hornillos portátiles vidriados-, se sospecha que nos encontramos en una de las primeras producciones de pólvora; pero hacer una analítica de restos de pólvora resultaría muy complicado. A continuación de ésta, vemos la habitación más cuidada, con un pavimento muy fino de yeso; al parecer se trata del oratorio del castillo; con una puerta enfrente que debió pertenecer al mihrab (nicho orientado a la Meca), la quibla (muro de fondo). En cualquier caso, esta no se trata de la mezquita mayor que debió situarse en la parte baja y que era lugar de culto y de reunión, con escuela, etc. y al lado de la acequia madre, que servía para hacer las abluciones; éste es un pequeño oratorio de barrio, funcional y que no representa ningún poder.

Pregunto a José María donde se están custodiando los hallazgos. Y nos aclara que, de momento están en estudio, con una fecha de caducidad de la que habrá que ir solicitando prórrogas; pero que la Junta de Andalucía quiere instaurar una colección museográfica y poder dar en custodia esos materiales. Los dirigentes de la excavación preferirían que se quedara aquí, que en un posible museo en Almería.

El siguiente espacio es la cocina colectiva, con dos niveles. Nos cuenta que cuando levantaron el pavimento, con tres puntos de fuego, se encontraron restos de un crisol para la fundición de metales y escorias de hierro, que nos habla más de forja que de fundición, todo ello ligado a la idea de una guarnición militar. La segunda parte, se encuentra muy erosionada, pero claramente se reconocen dos pequeños espacios para almacenar alimentos, donde fueron hallados una cazuela, una jarrita, un aro de un barril. Seguidamente un horno y un gran espacio que funcionó como cocina, donde encontraron un reposa tinajas. Todo ello nos está hablando de un uso colectivo para toda la guarnición. También había un patio donde se pudiera apostar la guarnición, aunque debían de dormir en sus viviendas en la parte baja.
Aljibe Mojácar la Vieja
Todo lo que se ve nos hace pensar en una estructura mixta, típica del mundo andalusí, con un ejército profesional, que dependía del estado y que justificaba el cobro de impuestos y por otra, parte de la defensa que recae sobre las comunidades campesinas que también llevaban a cabo labores de vigilancia, con turnos organizados, que eran necesarios, pues la guarnición oficial del estado era pequeña, unos 15 o 20 soldados, ambas fuerzas eran suficientes para defender el asentamiento de un posible asedio, si este no era de grandes proporciones, en cuyo caso tendrían que pedir ayuda desde fuera. Si esta ayuda no llegaba había que rendirse, como fue el caso de Vera o Almería Capital, pasando al enemigo territorios completos.

Las tierras eran comunales, como lo era el agua y el pago de impuestos, que también era comunal. Además de los ingresos que obtenían por las tierras comunales, se dedicaban a la caza para obtener un complemento económico; de hecho, los nazaríes han sido famosos por los diestros que eran con el uso de la ballesta, nunca como arma, sino siempre para cazar.

Mojácar la Vieja
Llegamos a una zona aún sin excavar en la que se ve gran cantidad de fragmentos de cerámica de utensilios de cocina -ollas fundamentalmente-. En principio se pensó que eran de época alto medieval, pues no era normal ya que en esa época se siguiera produciendo cerámica a mano y no a torno, pero en toda la zona sur y levante peninsular, con la caída del Imperio Romano se torna a la producción manual,, hasta casi el siglo XIII, produciendo una cerámica muy parecida a la de la Edad de Bronce o del Cobre. De hecho, por la zona hay muchos hallazgos mal catalogados como altomedievales. José María nos compara esta zona con la zona de RIF del norte de África, donde la producción cerámica doméstica es hecha a mano por mujeres y no se trata de un atraso, sino de una estrategia, piezas hechas para determinados tipos de platos de cocina: cuscus, taillín, etc. Toda la cerámica vidriada aparece aquí desde el siglo XII, cuando en China se produce desde el IX.
Visita Mojácar la Vieja

Los problemas que se plantean en una excavación de está índole, no sólo se basan en cuestiones históricas, sino de la propia conservación; son estructuras delicadas que se van cayendo solas; de hecho a lo largo del mes han tenido dos restauradoras dedicadas exclusivamente a ir consolidando zonas.  Está también el problema de la propiedad: habría que ir iniciando procesos de negociación con cada propietario. Es un cerro que no tiene valor económico sino más bien sentimental y no sabemos si eso eso jugará a favor o en contra de las negociaciones. Por interés público se puede expropiar, aunque no sería lo deseable. Otro problema, no menor, es cómo irlo dejando para la que el visitante lo pueda entender desde el punto de vista arquitectónico y social. Por todo ello un proyecto así requiere de una inversión pública mucho más fuerte, el área de Turismo del Ayuntamiento de Mojácar, subvencionó con 50.000 euros en el 2018 y una pequeña colaboración del Valparaíso que ha sacado una beca. 

Habíamos llegado al final de nuestra visita. Gracias José María, no sé si eres mejor excavador que orador, pero nos has transmitido tu entusiasmo. Gracias.

Visita Mojácar la Vieja
La pandemia  que ha azotado el planeta entero ha paralizado la continuidad de las excavaciones durante 2020, pero Mojácar la Vieja no tiene prisa, sabe esperar y los hará hasta mostrarnos todos sus secretos; ¡¡¡lleva haciéndolo ocho siglos!!

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