Ruta arqueológica: Castillo de Sorbas y Mojácar la Vieja


 1 diciembre 2019

Hace dos veranos tuve noticia de que una montaña, con forma de pirámide truncada y que es parte del paisaje de mis movimientos diarios y habituales, era nada más y nada menos, que el enclave medieval de la Mojácar sarracena del siglo XII. La Universidad de Granada puso en marcha un proyecto de excavaciones en julio de 2018, que tuvieron continuidad en julio de este año y que han tenido unos resultados espectaculares.

Desde la carretera hacia Mojácar pueblo, veía, cada día de julio, una figuritas minúsculas que subían, bajaban, se movían, buscando tesoros en las entrañas del majestuoso monte; se trataba de los muchos estudiantes de la Universidad de Granada y voluntarios de todos los confines, que se afanaban por desescombrar y hallar lo que explicara aquella diáspora que hizo a sus habitantes buscar otro sitio mejor donde establecerse y me preguntaba si sería posible colarme cual ladronzuelo y pisar aquella tierra abandonada hace ocho siglos. 


Y gracias a este mundo de hoy, donde internet parece que lee tus pensamientos y pone por arte de magia tecnológica soluciones a tus deseos más profundos, voila: el cartel aparece, concediéndome el deseo, no sólo de visitar Mojácar la Vieja, sino además explicarme el por qué, el cómo, el cuándo... Eso era bastante más de lo que había soñado.

El 1 de diciembre a las 9:00, nos encontrábamos en el Centro de Visitantes de los Yesares de Sorbas, con una mañana que prometía un tiempo radiante, para comenzar nuestra visita.

La ruta estaba organizada por la Asociación de Amigos de Sorbas y el MEMOLab, Laboratorio de Arqueología Biocultural de la Universidad de Granada.

El itinerario previsto era: bajar al barranco de Afa, visitar la fuente de Los Caños y acceder al pueblo de Sorbas por la entrada tradicional; ya que por la que hemos accedido es artificial, construida en el siglo XIX.

Como una especie de anticipo de lo que nos aguarda, nos explican que la antigua entrada daba acceso a Sorbas por el barrio de la Alfarería, gracias a una cuesta por la que se alcanzaba el castillo, que ya se encontraba en el XIX, prácticamente abandonado y de hecho allí se situaba el cementerio -antes de su traslado a la ubicación actual-. En los años 70, el Ayuntamiento de Sorbas decide construir viviendas sociales y no encontró sitio "más adecuado" que en los solares de la vieja fortaleza; con lo que cualquier vestigio ha quedado bajo la nueva edificación y del castillo no quedó más que el nombre del barrio y un pequeño paño que se ve desde la carretera N340 y algunos muros más ocultos por la maleza.

Todo esto nos lo explica Andrés Pérez Pérez de la Asociación de Amigos de Sorbas, que de una manera más que amena nos va sorprendiendo por el camino, con pinceladas como, que en un momento dado pisábamos arena de playa ¿a 30 kilómetros del mar? o como que al lado de una vetusta fuente había bebido de sus caños el famoso viajero y cartógrafo Munzer de mediados del siglo XV.

 Descendemos desde el Centro de Visitantes al barranco El Afa, cuando en un momento dado, nos vemos haciendo una parada no prevista; pues un rebaño de cabras literalmente posaban para ser fotografiadas en lo alto de las cumbres.

Andrés llama nuestra atención para soltarnos a bocajarro, que quiere aprovechar esta ruta para hacer "algo de interpretación arqueológica del paisaje y explicar cómo es la paleogeografía de la zona desde el messiniense  hasta ahora." ¡Que no cunda el pánico!, Andrés bajó el nivel de erudición y le comprendimos todos estupendamente.

Nos sugiere que para entender el paisaje de todo el entorno de Sorbas deberíamos trasladarnos cinco y medio o seis millones de años atrás (anteayer,... ¡vamos!), cuando el Mediterráneo formaba una gran bahía que limitaba, al Norte con Sorbas, al Sur cerrada por Sierrra Alhamilla y Sierra Cabrera y abierta hacia Mojacar a través del estrecho de Alfaix.


Posteriormente -5,5 millones de años-, se cierra la conexión del Mediterráneo con el Atlántico,  por lo que se conoce como "crisis de salinidad del Mediterráneo". Ello es debido a que se trata de un mar deficitario que se va recargando continuamente del Atlántico; su nivel va bajando  y los ríos no aportan agua suficiente; hasta que se queda seco debido a una evaporación superlativa que provoca el depósito de una gran cantidad de yesos en el centro de la cuenca. El clima entonces era tropical y ello favoreció la aparición  de arrecifes de coral en la costa desde Cariatiz  a la zona de Uleila, cerrando por Venta de los yesos y por Sierra Alhamilla,  lo que nos marcaría la linea de costa en aquella época. A la vez, entre Sierra Alhamilla  y Sierra de Filabres se ha creado una manga (Andrés la compara con la del Mar Menor), con dunas, playas, creando una laguna desde el sitio en que estamos hacia Tabernas, y una línea de playa entre el pueblo y el farallón o tajo, que contiene los restos de playas fósiles, de arena blanca, similar a la del Caribe. Al acercarnos se ven claramente los chinorros de cuarzo incrustados en la pared.


Un millón y medio de años más tarde, el mar se retira y emerge toda la zona, comenzando la erosión fluvial por el río Aguas. Andrés nos hace reparar en una línea roja que marca el estrato del río Aguas, cuando discurría por encima y nos especifica que el río no desembocaba en Mojácar como lo hace actualmente, sino en la Playa del Algarrobillo.

Pasamos a fechas "casi coetáneas":  hace 100.000 años. El río aguas se encaja por erosión y cambia de dirección, provocando dos ramblas alrededor de Sorbas, la de Gochas y la de Uleila  (justo donde nos encontramos), convirtiéndola en una especie de península; hasta que la última captura a la de Gochas -que era más baja- y terminan formando el meandro de El Afa, barranco en que nos encontramos, cuyo significado, en árabe, es acantilado.

 La entrada por la que hemos accedido a este barranco no existía antiguamente, según nos comentaron al inicio de la ruta; el camino histórico de Vera, Sorbas, Tabernas hasta Guadix y La Alpujarra pasaba por este mismo barranco y ante nuestra sorpresa, Andrés nos muestra, labrados en la roca, las huellas de los cascos de la caballería que atravesaba estos caminos del siglo XIX para atrás, cuando todavía no eran carruajes, sino caballos.

Totalmente aflorado, aparece el complejo hidráulico de la zona, con conducciones de agua. Andrés nos muestra un antiguo sifón, de los que se utilizaban para regar la otra parte del pueblo, hecho de alfarería, de la que quedan muchos restos y claramente se ve la evolución en materia de conducción de aguas, de lo más antiguo a lo más actual (incluido el PVC). 





Llama nuestra  atención sobre lo que fueron las canteras históricas, de donde extraían los sillares para la construcción tanto de las casas más significativas del pueblo -la iglesia o la casa del Duque de Alba, por ejemplo-, incluso los puentes de la N340; allí donde había un pequeño tajo, se aprovechaba.


Continuamos camino hasta otra de las paradas principales de la ruta: la fuente de los Caños, surtidor histórico del pueblo.

 La fuente de Los Caños ha abastecido al pueblo de Sorbas tradicionalmente. El agua partía de dos nacimientos, Mora y Gocha, que abastecían toda la rambla de Sorbas e iban regando los diferentes pagos hasta aquí, a través de una canalización. El agua fluía por los diferentes caños hasta llenar los pilares; los primeros eran siempre para las bestias, pues las caballerías son muy delicadas y si el agua está sucia, no la beben y  a continuación, al lavadero donde se lavaba la ropa. El agua sobrante, mediante otro sifón, pasaba al otro lado del pueblo, por debajo de la alfarería, la fábrica de lana, la almazara antigua -que tenía un pozo y captaba el agua de la acequia-. Así seguía regando pagos hasta abajo.

Antes de seguir ruta, Andrés nos presenta a José María Martín Civantos de Memolab de la  Universidad de Granada. Este organismo ha trabajado para la recuperación de la acequia de careo de Sierra Nevada y se está gestionando la colaboración con ellos para la recuperación de la cimbra de la fuente de Sorbas.

José María nos comenta que aunque es arqueólogo, se dedica a estudiar la relación  histórica del ser humano con el medio ambiente y el uso sostenible de los recursos; especialmente los usos del agua y la fertilidad de los suelos, en relación con la problemática del cambio climático y de la sostenibilidad. Un grito de guerra que repitió varias veces durante su intervención: APRENDER DEL PASADO Y APLICARLO AL PRESENTE Y AL FUTURO.

Desde el año 2014, vienen trabajando con las comunidades de regantes históricas y tradicionales, recuperando acequias de careo, implementando recarga artificial de acuíferos,  y otras muchas relacionadas con el regadío, etc. Desde entonces, han recobrado 21 kms. de acequias con voluntariado, estudiantes y las propias comunidades de regantes.

Esta ayuda, además de física y trabajo de campo, tiene mucho que ver con el reconocimiento social y académico de la labor que han llevado a cabo estas comunidades en la generación de unos paisajes únicos y auténticos y en las zonas más áridas: verdaderos oasis. Con ello se genera una cantidad enorme de servicios ambientales y de valores culturales en biodiversidad, recarga de acuíferos, mantenimiento de manantiales, fertilidad de los suelos, regulación de temperatura y un largo etcétera.

Soluciones basadas en la naturaleza, sistema integrado del manejo de agua que despreciamos como un símbolo del subdesarrollo y del atraso, cuando son todo lo contrario: ejemplo de modernidad y eficiencia, teniendo en cuenta que eficiencia no está solo ligada a la productividad, sino al medio ambiente, a la cultura, a la fijación de la población y al estatus social de nuestros pueblos. 

Por ello, propusieron a la Asociación Cultural de Sorbas iniciar una actividad en Almería que estuviera en relación directa con la problemática de la gestión del agua y Sorbas es un buen sitio por recuperar esta fuente histórica, mencionada por Munzer en 1492, y recuperar la cimbra que capta el agua del sub-alvio de la parte subterránea.

Es una forma de aprovechar los recursos sin agotarlos; justo lo contrario de lo que estamos haciendo.  El río Aguas es un buen ejemplo de la sobreexplotacion de los recursos, de los acuíferos y de los suelos para cultivos intensivos y superintensivos como el olivar plantado en todo el campo de Tabernas y que está agotando el acuífero que le da agua al río.

PROVOCAR -es su principal objetivo-: la dinamizacion de las comunidades de regantes, crear debates sobre la gestión del agua, las políticas agrarias, la gestión de los suelos, las políticas culturales y de protección del territorio, etc. ESTE PODIA SER UN BUEN SITIO PARA DEMOSTRAR QUE SE PUEDEN HACER LAS COSAS DE OTRA MANERA Y APRENDER DEL PASADO, PARA MEJORAR EL PRESENTE Y EL FUTURO, nos repetía una y otra vez, intentando grabarlo a fuego en nuestras cabezas.

Todos juntos, el Grupo de El Tesoro, la Universidad de Almería, el Ayuntamiento de Sorbas, el Grupo del Rio de Aguas de Sunseed, Acuíferos Vivos y la Universidad de Granada van a intentar aunar esfuerzos para recuperar esta cimbra y la fuente.

Nos apunta de nuevo Andrés, que el problema lleva afectando a la zona más de diez años, cuando se secó el manantial de Gochas, el principal manantial que abastecía esta rambla y en esa década, se han plantado superficies aun mayores de olivar, agravando el problema muchísimo más. El manantial de Los Molinos del río Aguas que contabilizaba números de 30, 60 y hasta 100 l/seg., ahora mismo está en un mínimo de 8 o 10 l/seg. y en la última sequía, se encontraba prácticamente seco y seco del todo se quedará de continuar con la sobreexplotación.

Por otro lado, también se están eliminando todas las terrazas históricas que retenían agua, lo que , que cuando llueve de forma torrencial -por ejemplo, durante la última DANA-, el agua discurre fácilmente, sin ninguna retención; lo que nos obliga a prever que el día que ocurra una "gota fría" seria, correrán peligro todas las poblaciones que están en la orilla. Insiste en que los cambios en el uso del suelo repercuten en todo.

Como ya apuntó anteriormente José María de Memolab, Munzer pasó por aquí en épocas medievales. Geografo y viajero escribió un  libro: Viaje por España y Portugal (1494). En 1488 toda la comarca se había entregado a los Reyes Católicos y la zona ya era cristiana habitada por la antigua población árabe, cuya conversión al Cristianismo fue la condición de todos los pueblos que se entregaron .

Salimos de Vera el 17 de octubre y empezamos a caminar por montes altos, ásperos y estériles; luego por unos valles, tierra del reino de Granada, y llegamos al pequeño lugar de Sorbas (Sorbus) , que está en una elevada montaña a seis leguas de Vera. En él no hay más que moros y por eso, hecha nuestra provisión de agua en un manantial que brota al pie del monte, seguimos adelante a pesar de la hora, que era la del mediodía. Por cierto, que vimos a los moros que en una torre, según su costumbre, rezaban sus oraciones con grandes clamores. Andadas otras cinco leguas entramos, ya muy de noche, en Tabernas (Tabernus), villa también de moros, pues en ella no vive más que un solo cristiano, en cuya casa nos hospedamos.

El libro de Munzer no es la única mención medieval de la zona; en el Libro de Apeo -especie de catastro de la época, donde se reseñaban los fueros, registros, derechos, privilegios, sucesos históricos, etc.-, en relación a Sorbas se especifica de una manera detallada cómo se efectúa el reparto de los bienes que los árabes expulsados habían abandonado  y se entregaban a cristianos viejos venidos de otras tierras peninsulares a repoblar la zona.

Tras la Guerra de las Alpujarras, en 1568-1570, y posterior expulsión de los moriscos en 1609, con la población árabe huída o deportada, la zona quedó casi vacía, por lo que el rey Felipe II ordena una repoblación, aprobando las peticiones de cristianos viejos venidos de otras zonas y para ello se personó Antón de Pareja, juez de Granada, en la comarca para organizar la entrega de los bienes de la población árabe. Andrés nos lee parte de aquellas anotaciones de cómo se efectuó la transferencia por parte del Juez Pareja en nombre de su majestad del rey Felipe II.
“Pago del Golaica. Posesión de la almazara y almadraba (alfarería). Después de lo susodicho, en este día, mes y año estando junto a la almadraba de cantarería y otro molino y otra almazara de aceite que están junto a la dicha villa de Sorbas y que está cerca de la fuente del pueblo. La cantarería fue de Alonso Alfacar y la almazara de Diego Alguacil, moriscos los dos. En continuación de las dichas posesiones de todas las propiedades de los árabes, el dicho señor juez en nombre de su majestad, y en virtud de sus reales provisiones dijo que tomaba y tomó la posesión real actual de la dicha almadraba y almazara en nombre de las demás almadrabas de teja , ladrillo y cantarería de aceite que en la dicha villa y en su termino poseían moriscos alzados y llevados de este reino y en señal de que toma la dicha posesión, quieta y pacificamente entró en la dicha almadraba  y almazara y se paseo por cada una de ellas; hizo acto de posesión y aprehendiolas e pidió que se le de por testimonio cómo toma la dicha posesión, quieta y pacificamente, según de la forma y manera que el derecho de su Majestad más convenga. Y yo el dicho escribano, doy fe."
La almazara funcionó hasta el siglo XVIII y es mencionada en el catastro de Ensenada; a partir de entonces, dejó de funcionar salvo el molino. Aun hoy siguen apareciendo restos de dicha aceitería; la viga de la prensa, muy similar a la de los romanos.

 Andrés da paso a Ana Mari Rodríguez Agüero de la Sociedad Amigos de Sorbas para que nos haga unos apuntes sobre la llegada del agua al pueblo.

Nos comenta Ana Mari que al pueblo no subió el agua sino hasta 1943. Hasta entonces se hicieron varios caminos que facilitaran a las mujeres que iban a lavar, la ardua bajada y subida.

Andrés nos llama la atención para que nos fijemos cómo desde la perspectiva que tenemos (nos encontramos en la cuesta hacia el solar del castillo), se ven muy bien las dos ramblas que separaban Sorbas por delante y por detrás; cuando una de ellas cae y separa los dos cauces. Desde este punto se ven también el molino, la almazara y lo que se supone era la cantarería.

En ese momento nos presenta a Paco Martínez Botella, un simpático señor que iba con el grupo y nos hacía reír con ocurrencias. Paco es un gran conocedor de la zona, su etnografía, la historia y el folclore y, anecdóticamente, hoy se dedica a la sastrería y es el ex párroco de Sorbas.

Con su ayuda, intentamos localizar a lo lejos, el pago de Las canales, donde al parecer  se ve el molino y por detrás asoma un machón de obra donde estaba la cabeza de la viga de la prensa de la almazara.  Años después de la posesión de las pertenencias de los árabes, el Concejo de Sorbas se quedó con la alfarería y como no había cantareros, se saca a subasta el servicio de la cantarería y viene a parar aquí Juan de Cerezuela, desde cuevas de Almanzora. Está atestiguado que los Cerezuela son alfareros de Lorca desde 1415; año en que se encontraban haciendo tejas para la sala del concejo de esa localidad murciana. El patronímico ha desaparecido, pues el apellido materno se termina perdiendo; pero está comprobado que el ejercicio de la alfarería procede de esa familia por línea initerrumpida de padres a hijos, al menos, desde principios del siglo XV hasta la fecha.

Paco señala a lo lejos unos cortijos y nos comenta que es allí donde estaba asentada la primera alfarería documentada hasta el siglo XVIII y posteriormente se comienzan a establecer entorno a la ermita de San Roque. En aquella época, han llegado a contabilizarse 32 maestros alfareros con sus oficiales y cinco o seis hornos; porque éstos eran de aprovechamiento comunal; propiedad de varias familias y cada una cocía en distintos días.

Durante muchos siglos, este era el camino de entrada y salida de Sorbas, fácilmente defendible, gracias al cerramiento que le proporcionan las murallas naturales. Existía una única puerta de entrada y los vecinos de Sorbas, a principios del siglo XVII, en tiempos en que no existía la penicilina y cualquier contagio suponía la muerte de cientos de personas a gran velocidad, aferrados a su fe, construyeron una ermita con advocación a San Roque (junto con San Sebastián son los santos protectores contra las enfermedades contagiosas). Nos asegura Paco que la elección del sitio no fue aleatoria, sino que se situó en la puerta por donde entraba la gente y por ende los contagios. Su construcción está documentada en 1632 y posteriormente, comenzaron a establecerse los alfareros, pues desde aquí tenían más accesibilidad al agua, los materiales, al traslado de leña y evitar las molestias de los humos que en cualquier otro lugar con más vecindad. Con el tiempo se fue conociendo como el Barrio de los Alfareros.

Toma de nuevo la palabra Andrés y nos confirma que aquello es lo que se conoce como "puerta del lugar", el único acceso a la población. La entrada era única y solía haber un arco, una puerta de entrada o más; y al final la puerta fuerte, más hacia el interior para hacer el castillo más defendible.

 las casas de alrededor eran casa cuevas; casas con grutas por detrás, muchas de ellas están derruidas y casi abandonadas. Una calle rodeaba el castillo y por debajo todo estaba horadado de cuevas. Las acequias cruzaban la alfarería y seguían regando los pagos inferiores; al parecer, en una de las visitas a las galerías, hay una que se dirige a Sorbas  y otra que se mete en dirección hacia el pueblo; se sospecha que esa acequia era la que alimentaba el pozo del aljibe. Y apunta, que descolmatar la galería, sería un buen próximo trabajo a llevar a cabo.



Con bastante decepción, vemos los pequeños tramos de lienzo de los muros del castillo que afloran por algunos tramos por detrás de la tapia blanca que bordea actualmente la población.

José María de Memolab nos puntualiza que Sorbas se configura, en la baja Edad Media y, con seguridad ya en época nazarí, como villa; exactamente igual que Mojácar la Vieja, Vera o Huercal; son centros administrativos, cabeceras de distrito y alrededor existen alquerías más pequeñas, conocidas como aldeas o cortijadas. Un castillo, donde hay un alcaide y normalmente le bordea una muralla, durante los siglos XII y XIII, tendría ya sus arrabales amurallados y no sería muy distinto a la configuración del término municipal actual; de hecho es un heredero directo de aquella división administrativa.

José María hace un llamamiento para que se haga algo. Queda mucho de ese patrimonio cultural enorme, desde la prehistoria a la actualidad; a nivel arqueológico,  etnográfico, agrario, con un gran potencial para el desarrollo de muchas localidades. En Sorbas, por ejemplo, tener una tradición alfarera con continuidad hasta nuestros días, es un lujo que habría que proteger legalmente para conservar la actividad y los conocimientos ligados a ella o el castillo, que permanece bajo una edificación de viviendas.

Habría que trazar una estrategia para ir recuperando parte de ese patrimonio de una manera activa, porque genera un tejido económico que permite un desarrollo social y cultural y hace que los pueblos se mantengan vivos. Hoy por hoy, nuestro principal activo del medio rural es ese patrimonio, a todos los niveles.

Ramón de Cala, un historiador de Cuevas de Almanzora, visitó Sorbas en 1910 y publicó un artículo en el que mencionaba la existencia de una atalaya y esto debió ser así, pues desde el castillo no se tenía una visibilidad lo suficientemente amplia, por lo que la torre debió estar en la parte más alta del pueblo, conocido como La Torreta. También se habla de que existían pasos subterráneos construídos para huir rápidamente; como de hecho ocurre en casi todas las poblaciones nazaríes

Apunta Ana Mari que en 1787 se promulga una real cédula de Carlos III, que dictamina la prohibición de enterramientos en las iglesias, por lo que el Duque de Alba cede el terreno donde estaba ubicado el castillo para cementerio en 1818. La real cédula también establecía que los cementerios deberían tener una capilla aneja, y nuevamente se recurrió al Duque, quien donó un "cuarto bajo" para convertirlo en oratorio, a condición de que se rezaran misas por su alma y las de sus descendientes.

Un siglo permaneció el cementerio en el lugar del viejo castillo, pero quedó pronto también ilegal, pues la ley especificaba que el cementerio debería estar fuera de los núcleos
urbanos, por lo que se trasladó de nuevo, en 1887 a su ubicación actual.

Paco apunta que existe un documento muy extenso en el Archivo Histórico Provincial que evidencia que el castillo estaba en ruinas ya a principios del XIX; se sabe también que en 1630, ya estaba muy deteriorado y se inventaría una pieza pequeña de artillería en la torreta, totalmente herrumbrosa y una campana de vela en una torre.

En relación con el traslado del cementerio nos aclara que por donde se encuentra el Centro de Visitantes, existe un punto desde donde partían las comitivas de los enterramientos llamado "Poyo de los muertos". Desde ahí se construyó un terraplén, a finales del XIX y se justifica en el proyecto porque "la única entrada era la de los moros y era muy escabrosa". El difunto no pasaba por la iglesia, el cura acompañaba la comitiva rezando responsos hasta allí y a partir de ese punto el finado iba acompañado solamente por los parientes más directos; como curiosidad, las mujeres no entraban al cementerio.

Al hilo de lo que comentaba Ana Mari sobre el traslado del cementerio, Paco aclara que la necrópolis aprovechaba los aljibes del castillo para convertirlos en osarios y cuando se construyen los cimientos del edificio de viviendas, sacan los aljibes colmatados de huesos. El cementerio tiene que trasladarse por vía de urgencia, pues tras una epidemia habida de cólera morbo, era imposible enterrar un difunto más; teniendo en cuenta que estamos hablando de una población de entre 7 u 8.000 habitantes.

Hemos llegado ya al final de la primera parte de nuestra ruta arqueológica y Andrés, cono colofón nos cuenta que cuando se construye el edificio de viviendas lo único que quedaba del castillo era el aljibe y los muros del entorno, según constataba Ramón de Cala en 1910. Como los cimientos no son muy profundos es de suponer que la mayor parte del estrato arqueológico esté debajo y quizá se podría rescatar y poner en valor una parte del castillo.

A lo lejos, un promontorio donde hay una escuela, estaba situado el calvario y la zona es el único yacimiento arqueológico que aparece en el pueblo de Sorbas. Ramón de Calas menciona que se había encontrado un hacha pulimentada, lo que indica que se trataba de un asentamiento argárico y en las escombreras no es difícil encontrar cerámica de la Edad del Bronce. También se hallaron unas tumbas que llamaban batimoras -pensando que eran árabes-, pero a juzgar por los objetos de bronce encontrados, pudieran ser tumbas argáricas.

Al hilo de la vista que tenemos de lo que era el antiguo calvario, Paco nos puntualiza que Sorbas es uno de los pocos sitios con población ininterrumpida desde hace tres mil años y han aparecido restos de distintas épocas y, de hecho, Simón Rojas Clemente asevera, en 1804, que al pie de la iglesia ha aparecido un sepulcro de plomo. Por otra parte la Iglesia de Sorbas está anormalmente levantada sobre el nivel de la plaza unos 2,20 m., por lo que probablemente se construyese sobre el emplazamiento de un templo romano, mezquita mayor y en el intermedio una iglesia paleocristiana, teniendo en cuenta que se enterraba a la gente en el interior y pegando a la cabecera.

Paco, poniendo el punto de precisión que le caracteriza, concreta que en la colina lo que existía era el final del calvario, porque los viacrucis miden exactamente 954 metros; es decir, comenzaba en la ermita de San Roque y terminaba en la parte superior del promontorio. Los 954 metros no son casualidad, son la distancia que deben tener los viacrucis de las poblaciones de todo el mundo cristiano, emulando los momentos vividos por Jesús desde su prendimiento hasta su crucifixión en Jerusalén y así poder ganar las indulgencias. Cada estación era marcada con una cruz y éstas estaban situadas exactamente a la misma distancia que lo están en Jerusalén.

La segunda parte de la ruta, Mojácar la Vieja, estará editada en breve.


Entradas populares de este blog

Decoración de El Escorial / Cómo la nobleza se servía del arte para fortalecer su poder.

Conocer Madrid - Iglesia de San Sebastián y el barrio de las letras

Leyendas y misterios de Chueca y Malasaña