Burgos - Atapuerca y Las Merindades (Caítulo II)

16 a 19 de marzo de 2013


No es fácil reconocer lagunas geográficas y culturales como la que descubrí en mi bagaje intelectual cuando me hablaron de Las Merindades, no hace mucho. Un amigo, que tiene miles de kilómetros recorridos en la piel de toro a sus espaldas, me sugirió, ante mi petición de consejo sobre algún sitio singular, donde poder aprovechar tres días y medio de asueto que venían a mi encuentro, que visitara el norte de Burgos.

- Las Merindades. Me dijo, sin dudar.

- ¡Perfecto! -contesté a su propuesta- Así podré ver, que no lo conozco, Atapuerca -añadí-.

- Ni lo sueñes- me contestó-, no tendrías tiempo suficiente para verlo todo.

Ávida, teclee Merindades en Google  Maps. No parecía tanto. Estaba decidido; allí me dirigiría. Y a pesar de las recomendaciones de mi amigo, añadiría Atapuerca a mi recorrido.

Tras confeccionar un itinerario lógico, me di cuenta de que Pedro tenía razón; tras ver Atapuerca no me quedaban mas que dos días, que era muy poco para poder disfrutar de esta zona sin prisas, como se merecería. Pero ya no tenía remedio, por lo que seleccioné las poblaciones que más me llamaron la atención, a modo de criba y aquí tenéis el resultado. Avisados estáis: ni están todas las que son, ni son todas las que están.

Las Meridades se sitúan al Norte de Burgos. Desconocidas para una gran mayoría -lo cual me consuela bastante-, hacen que localidades algo alejadas de los principales ejes de comunicación, conserven un aire verdaderamente arcaico.

La Edad media es la época de mayor esplendor de Las Merindades. No nos olvidemos que es el reducto contra la invasión musulmana, que llegó hasta diferentes puntos de la Comarca, pero que pronto se suma a la Reconquista iniciada por Don Pelayo desde Asturias. Fueron organizadas por Fernán González, como entidades político-administrativas, donde un merino, representante real, asumía competencias como la justicia, el ejército o el cobro de impuestos.

En principio, las antiguas Meridades eran siete: Valdeporres, Valdivielso, Sotoscueva, Montija, Cuesta Urría, Losa y Castilla la Vieja.

Oña

Bonito municipio, en el que todo se ve relegado ante la majestuosidad del Monasterio de San Salvador, de proporciones catedralicias. En él, podemos encontrar todos los estilos artísticos: románico, gótico, renacentista, barroco, musulmán, mudéjar y es una verdadera lección de arte en sí mismo. Fundado en el siglo XI, hoy comparte sus usos turísticos con los de un hospital de enfermos y mayores.

Son muchos los tesoros que encierra: el órgano, pinturas murales, pero sin lugar a dudas, lo que más llama la atención son los sepulcros en madera policromada de los reyes de Navarra y de los primeros condes castellanos. Ah, y un pinsapo gigantesco (yo tampoco sabía lo que era: una especie de abeto que dura muchísimos años y que casi es endémico de Ronda) en el centro del claustro, que al parecer nació el la misma época que el monasterio.

Monasterio San Salvador (Oña)
Ayuntamiento (Oña)
Monasterio San Salvador (Oña)
No te alejes mucho, querido lector, pues Oña tiene mucho que mostrar en sus alrededores.

Conviene dirigirse primeramente al Centro de Interpretación situado en el antiguo hangar de la estación ferroviaria de Trespaderne, para hacerse idea de la zona: el medio físico, la religiosidad, los ritos de enterramiento, el control del territorio y la recreación de dos viviendas que representan el mundo doméstico rural romano y visigodo.

¿Te has preguntado alguna vez, cuál sería el modelo de castillo que sirvió de  escudo a la bandera de Castilla? Pues muy cerquita de Oña podrá encontrar lo poco que de él queda. El Castillo de Tejeda, que se construye para vigilar y controlar a los vascones. Primer castillo de Castilla.


Restos Castillo Tedeja (que sirvió para el escudo de la bandera de Castilla)
Antes de llegar a Trespaderne, un kilómetro antes de terminar el desfiladero, merece la pena visitar la Cueva de los Portugueses. Se trata de cuevas artificiales construidas en época visigoda. El nombre es de épocas más recientes, siglo XX, allí vivía un grupo de inmigrantes portugueses que trabajaron en la construcción del canal hidroeléctrico.

A la entrada del pueblo de Trespaderne, tras pasar las vías, un cartel señala el Castillo de Tejada a mano izquierda. Habrá que recorrer una pista de tierra de unos 600 m. hasta la cumbre del pico donde descansan los restos de la fortaleza, que hunde su historia en el siglo III.

Frías

A mano derecha, hemos dejado una ciudad pequeñita, muy pequeñita (es raro que el vocablo "ciudad" no tenga un diminutivo, por ejemplo "ciudadita" y haya que referirse solamente como ciudad pequeña ¿no os parece?), tan pequeñita que presume de ser la más pequeña del mundo desde el siglo XIII en que le fue otorgado el titulo de ciudad.

Villa medieval, estupendamente conservada y donde es de obligado cumplimiento recorrer sus dos calles principales y después visitar el castillo, con su patio de armas, oscuros aljibes y un puente levadizo, que bien parece salido de un cuento. Capítulo aparte merece la Iglesia de San Vicente Mártir, construida en un extremo del cortado rocoso a las afueras de la ciudad. Su historia más reciente es cuanto menos curiosa.  En 1904 se cayó la torre que arruinó el cenobio; eran malos tiempos y las arcas municipales no podían dedicar unos dineros, que no tenían a reparar la iglesia, por lo que vendieron a Estados Unidos la antigua portada románica, que hoy podrán admirar en el Museo de los Claustros del Metropolitan de Nueva York.

Espectacular y bien conservado, el puente de Frías, verdadera obra de ingeniería,  que permitía comunicar las dos orillas del río Ebro y en cuya torre central se cobraba el impuesto del portazgo.
Frías

Medina de Pomar

Capital histórica de Las Merindades, que nos recibe con sus centenarias puertas de su muralla.

En la localidad, brilla con luz propia, el Alcázar de los Condestables de Castilla, mandado a construir por Pedro Fernández de Velasco, camarero mayor de Enrique II de Trastámara, que en agradecimiento a sus servicios regaló la villa. El Alcázar es también conocido como Las Torres. Su valor no solamente radica en la mole de castillo que representa, sino porque en su interior se encuentra el Museo Histórico de las Merindades. en el que se repasa la historia de la comarca.

No se puede dejar de ver el monasterio de Santa Clara, del que destacan el claustro y la cúpula. Pasead también por su judería, donde el conjunto medieval puede sorprender.
Ayuntamiento (Medina de Pomar)


Alcázar de los Condestables de Castilla (Medina de Pomar)
Parroquia de Santa Cruz (Medina de Pomar)
Algo que debe plantearse antes de hacer un viaje a las Merindades es si se prefiere reservar un hotel en alguna localidad central de toda la zona a visitar o dormir donde "te pille". Nosotros optamos por un hotel en el Balcón de Montija, básicamente porque encontramos una buena oferta en Booking. Al llegar allí nos arrepentimos por que es una localidad sin encanto ninguno y el hotel por fuera no decía nada. Pero por dentro está estupendo, una decoración cuidada, unas habitaciones cómodas y un trato por parte de la dueña, exquisito. Como a lo que íbamos era a dormir, lo recomiendo sin duda: El Balcón de Montija.

Antes de seguirnos adentrando por las Merindades profundas, no podemos dejar de ver algún que otro tesoro que guarda la parte oriental de Medina de Pomar.

Valle de Losa / Criales / San Pantaleón de Losa

Criales; su verdadero interés radica a la espectacular iglesia románica de San Pantaleón de Losa, a unos 2 kms., construida sobre un espolón rocoso, en forma de barco. Iglesia enigmática donde las haya: ha estado vinculada con la leyenda del grial; se ha especulado con que la ermita guardaba la sangre de Pantaleón, tan venerada actualmente en el Monasterio de La Encarnación de Madrid y de la que se dice y se exhibe como adquiere su estado líquido cada 27 de julio, día en que el médico fue decapitado. Además de su enclave, la iglesia destaca por su iconografía, aun sin desvelar.

Iglesia San Pantaleón de Losa
De esta zona es autóctono el caballo losino, que actualmente se encuentra en peligro de extinción. Se trata de una raza, poco más grande que el pony, pero más pequeño que el caballo normal. Actualmente, los pocos que quedan se utilizan para dar clases de equitación a niños, pero en su día, jugaron un importante papel en la agricultura y en América donde fueron llevados por los conquistadores para trabajar. Los veréis por los caminos.

Monte Santiago

La división entre las provincias de Burgos y Vitoria va formando caprichosas formas imaginarias y vas pasando de Burgos a Vitoria y de Vitoria a Burgos, por caprichos políticos.

Lo más característico del Monte Santiago son sus impresionantes cortados y su peculiar relieve en cuesta. Sin duda, el punto más espectacular es el Salto del Nervión.

Estábamos a mediados de marzo y hacía un frío de respeto. Llevábamos referencia de no dejar de ver el monumento natural de Monte Santiago. Desde la localidad de Berberana, por una pista forestal en buen estado que conduce al aparcamiento; desde allí a un par de kilómetros andando se puede ver el nacimiento del río Nervión. Pero ese día estaban pasando los coches bastante más allá. Estaba todo totalmente nevado, pero llegamos hasta unos 800 m. antes de llegar al salto sin problemas. Al dar marcha atrás para aparcar a la vera del camino, nos patinó el coche y se nos quedó a punto de dar la vuelta de campana. Con mucho cuidado, salimos como pudimos por la puerta del conductor. Llamamos a una grúa y cuando la esperábamos, como bajados del cielo, apareció un 4x4 de unos guardas forestales en su día de fiesta. Muy amablemente, con cuerdas, nos sacaron del atolladero y cancelamos el servicio de grúa.

Una vez pasado el susto, nos disponíamos a descender hasta donde el Nervión se desploma en un salto de agua de 300 m., donde hay u mirador habilitado, pero nos aconsejaron que no bajáramos sin un calzado adecuado, pues había muchísima nieve y sería peligroso. Mi gozo en un pozo. Os dejo una foto "robada" de internet.

Valle de Mena

Era imposible ver todo lo que merecía la pena en tan poco tiempo cono llevábamos, pero el reclamo de la palabra CASTILLA tiraba de mí sin remedio. No muy lejos, en el valle de Mena, hay un cartelito que nos recuerda no sólo que allí existió un monasterio, el de Taranco, sino que en un documento emitido en él se utilizó por primera vez el vocablo CASTILLA.

Esta zona cambia drásticamente la aridez de la sobria Castilla. Ahora todo es verde, los caseríos tienen ya similitudes con los caseríos vascos y la temperatura se templa con la bonanza del cercano Cantábrico.

¡Emocionante! Esto fue el germen de Castilla, como reino independiente. Estas tierras, bajo dominio de Alfonso I de Asturias, son utilizadas para repoblación, dentro del proceso de la reconquista y consta que el 15 de septiembre del 800, en el escrito de fundación del hoy desaparecido monasterio de San Emeterio, se utiliza la palabra CASTILLA por primera vez.

"Castilla" se escribe por vez primera
Iglesia San Lorenzo (Vallejo de Mena)
Villarcayo

Capital de la Merindad de Castilla la Vieja es, asimismo, por deseo de Felipe II capital de toda la comarca.

La vimos un poco a "vuela pluma", pero el visitante no debe dejar de ver su Plaza Mayor, el paraje de El Soto, las casas blasonadas de la calle Santa marina y el Monasterio de Santa María la Real de Vileña.
Plaza Mayor (Villarcayo)

Villarcayo
Torre del Corregimiento (Villarcayo)

Puentedey

El río Nela ha empleado miles de años para horadar la dura roca caliza y modelar este lugar único. En el centro del pueblo, se localiza uno de los más singulares fenómenos de la naturaleza; un  gran puente natural -más de 15 m. de alto- y en lo alto, se emplaza parte del caserío, el palacio, que perteneció  los Velasco y que domina la silueta de la ciudad, y la iglesia.


Puente natural (Puentedey)



















Casca de Pisa (Puentedei)


Cueva de Ojo Guarena

Ya en la Merindad de Sotoscueva, se localiza la Ermita de San Bernabé. Bajo ella, se encuentra un sumidero por donde las aguas del río Guareña se adentran en uno de los complejos kársticos más extensos del mundo: casi 100 kms. de galerías subterráneas. Las características de la zona tan especiales, propiciaron la declaración como Bien de Interés Cultural en 1970, ello ha conllevado que sus medidas de conservación prohíban la entrada de público a las cuevas.

La Cueva de San  Bernabé es una de las antiguas galerías talladas por el río, cuya entrada se aprovechó, en el siglo XVIII para la construcción de un santuario. Hay visitas guiadas que lo recorren, pero no tuvimos esa suerte, por lo que nos perdimos su interior con pinturas murales que describen el martirio de San Tirso y San Bernabé.



Cueva de Ojo Guareña
Ojo Guarena
Espinosa de los Monteros

Torres, palacios, casonas,... hacen que Espinosa de los Monteros sea el conjunto monumental más sobresaliente de Las Merindades.

Legendaria villa, conocida principalmente por sus "Monteros", cuerpo hidalgo que desde 1006 tenía el privilegio de custodiar durante la noche, las estancias de los reyes de España. Actualmente, forman parte de la Guardia Real.

De entre todos sus monumentos -es una delicia callejear por la ciudad- destacan el castillo de los Condestables o de los Velasco y la iglesia renacentista de Santa Cecilia.


Torre de los Velasco o Ilustre (Espinosa de los Monteros)
A finales de julio, todos los años, los habitantes de Espinosa intervienen en una representación teatral en la que ponen en escena intrigas, acción, batallas entre moros y cristianos, amores, fiestas palaciegas,... que trasladan  al público a la edad media y narran la historia que dio lugar al antiguo cuerpo de Monteros del Rey, a la cual sólo podían ingresar personas nacidas en la villa de Espinosa de los Monteros. No sé tú, yo tomo nota.



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